Primero que nada, entendiéndola... luego enfrentándola. A pesar de que la adicción no es exclusivamente un patrón de conducta, puesto que muchas sustancias cambian la química de tu cerebro potenciando la sensación de necesidad descrita arriba, las adicciones son básicamente la misma cosa, sin importar la actividad detonante. Una adicción es una dependencia desarrollada tanto por mente como por cuerpo hacia la actividad detonante. Inconscientemente, has condicionado tu mente y cuerpo a relacionar la felicidad con la actividad detonante, y tal vez la actividad detonante haya contribuido a potenciarlo al cambiar la química de tu cerebro. Una vez que la adicción está plasmada en tu cabeza, un nuevo proceso —el que precisamente es el que no te deja salir con facilidad— comienza y sigue de la siguiente manera:
- Estás consciente de tu vicio y deseas dejarlo, pero sientes miedo. Personalmente, atribuyo este miedo a dos razones: por un lado, sabes que estás enganchado con algo que no es bueno para ti; y has oído ya que dejar una adicción es difícil y doloroso. Tu cerebro reacciona: por temor al dolor, potencia tu sensación de anexión a la actividad detonadora.
- En otras ocasiones, no notas que no has llevado a cabo la actividad detonadora por un tiempo y la comienzas a extrañar. Tienes razón, esto se llama "síndrome de abstinencia". Y lo que ocurre es que sientes un poderoso y repentino impulso para llevar a cabo la actividad detonadora nuevamente. La ansiedad te invade y una obsesión por repetir la actividad de picotea el cerebro, creando cada vez más estrés y ansiedad a medida que pospones la actividad. No es difícil adivinar qué pasa: tan pronto como la llevas a cabo otra vez, el estrés termina.
- ¿Pero por qué? En un adicto, el cerebro se encuentra condicionado a relacionar felicidad con la actividad o sustancia detonante. Así, cada que ves, hueles, tocas o piensas acerca de la actividad detonante, tu cerebro reacciona instantáneamente para tratar de alcanzarla... ¡porque deseas felicidad! Y esta orden es muy fuerte, hasta diez veces más fuerte que la que podría sentir un no-adicto por el mismo hecho. Esto te hace sentir una fortísima necesidad de repetir el comportamiento adictivo... y pronto lo haces.
- ¿QUE HACER?
- Mantente lejos de los lugares y las cosas que pueden acercarte o hacerte pensar en la actividad detonadora. No te fuerces a alejarte de ella, sólo decide pasar tu tiempo en otras cosas.
- Cuando el síndrome de abstinencia te golpee, recuerda lo que leíste arriba. La sensación llega a ser hasta diez veces más fuerte que la de un no-adicto... pero es solamente eso: una sensación. Aún eres tú quien da las órdenes en tu vida. Piensa en ello, respira profundamente y espera a que la ansiedad se vaya. Habrás ganado una gran batalla si lo haces.
- Entiende también que dejar una adicción puede traerte hambre, tristeza y, en general, una sensación de estar fuera de foco o haber perdido algo. Es normal. Estás en proceso de cambio.
- Por último, y quizás lo más importante. Pelea tus batallas una por una. No importa si has sido un adicto durante años o si has realizado la actividad detonadora cien mil veces antes. Es tiempo pasado, historia o como prefieras llamarlo. No importa si fallas una o dos veces más o un par de docenas. Sigue luchando y saldrás. Nuevamente, batalla por batalla y pronto verás que estarás ganado guerras.
- Cuenta a tu familia y amigos que has cambiado y pídeles que te apoyen. Muy especialmente, pídeles que no te juzguen si llegas a caer una o dos veces más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario